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Morente, Enrique

Enrique Morente nació en el Albaicín granadino de 1942. Tiempos donde las sacudidas de la post-guerra convertía a los españoles de a pie en supervivientes del orden, expertos en la vergüenza ajena, y enigmáticos compañeros de la carencia. Las cuestas del Albaicín no escapaban a estas reminiscencias, acentuándose más o menos en función de los claro-oscuros que las invadían.

La infancia de Enrique tiene lugar en un ambiente familiar, meciéndose en la voz de su madre y sucumbiendo en la de artistas locales como Juanillo el Gitano, Cobitos o la dinastía de los Habichuela.

Sus primeras incursiones en la música tienen lugar a muy temprana edad y con naturaleza ambivalente, ejerce como seise en la Catedral de Granada y como avispado observador en las reuniones familiares y de vecinos.

El cante empieza a nacerle a uno de eso, de oír cantar a los demás en su pueblo, de oir cantar a la gente en su tierra. Grupos de gentes que los oyes que se reúnen en una taberna y que empiezan a cantar y que los oyes tú y que empiezas a cantar también: oyes que en las fiestas familiares todo el mundo canta y todo el mundo bebe, todo el mundo baila y...Aparte de eso, resulta que, claro, necesitas una técnica, necesitas una escuela, necesitas aprender. Para eso, lo que te hace falta...la principal ayuda es la afición; y después, el sentido para saber de quien hay que aprender y de que Fuentes, dónde está lo bueno. Entonces te vas.

La creciente afición durante su época adolescente, así como el descubrimiento personal de una inusitada inquietud por el conocimiento, lo sumergen en la búsqueda incondicional e insaciable de su propio yo desde el flamenco más tradicional y ortodoxo.

Quizás empieza a reconocerse como “Enrique Morente” cuando tiene la oportunidad de conocer a Aurelio Sellés (Aurelio de Cádiz), con el que más tarde llega a congeniar desde el respeto y la admiración, desde la solemnidad y la profundidad, hasta establecer el milagro didáctico y conciliador de la transmisión oral. El relevo de todos los valores del espíritu flamenco, entre los que hay que contar la inquietud, la improvisación y el arte.

Fuente: enriquemorente.com

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